
Si creías que el concepto de ”bandolero” nació con la música urbana y Don Omar en los 2000, déjame contarte una historia que te llevará directo a los bosques y montañas de Cataluña en el siglo XVII. Porque sí, antes de los coches tunning, las gafas de sol y el perreo intenso de Don Omar, existían unos personajes que vivían al margen de la ley: los bandoleros catalanes.
¿Quienes eran los bandoleros catalanes?
Los bandoleros catalanes no eran exactamente héroes de película, pero tampoco, necesariamente, los villanos que la historia pinta. Y así los muestro en mi novela Por bruja y hechicera. Eran hombres (y alguna que otra mujer) que se dedicaban al noble arte de robar en caminos, saquear masías y, de vez en cuando, enfrentarse a las autoridades. Su origen estaba muy ligado a las tensiones sociales, políticas y económicas de la época.
En Cataluña, durante la primera mitad del siglo XVII, el campo no era precisamente un remanso de paz. Las disputas entre familias nobles, el abuso de poder de las autoridades, la caza de brujas y las crisis económicas dejaron a mucha gente sin más opción que el bandolerismo. Así que, si te preguntabas si esta gente se levantaba un día y decidía «voy a robar una diligencia y a convertirme en un bandolero», la respuesta es: no. Había más contexto detrás.
La vida en el monte de los bandoleros catalanes

El territorio montañoso de Cataluña era el lugar perfecto para que los bandoleros catalanes se movieran como pez en el agua. Zonas como el Montseny, el Pirineo, los alrededores de Manresa y las montañas de Sant Llorenç del Munt, se convirtieron en auténticos refugios para estas cuadrillas. Algunos de los nombres más famosos fueron Joan de Serrallonga y Perot Rocaguinarda, verdaderos influencers del bandolerismo, cuyas hazañas (y escapadas milagrosas) se contaban de boca en boca.
Su reputación variaba según a quién preguntaras, para algunos campesinos eran un autentico quebradero de cabeza, mientras que para otros, estos bandoleros catalanes eran su salvación. Eso sí, las autoridades no los veían con tanto cariño y dedicaban grandes esfuerzos a cazarlos.
Y aquí entra Don Omar
Vale, seguramente Don Omar no pensaba en Serrallonga ni en Rocaguinarda, ni en los bandoleros catalanes en general cuando escribió «Bandolero«, pero admitamos que la conexión está ahí. La canción habla de vivir al margen de la ley, de ser incomprendido y de no rendirse ante la presión de las autoridades. ¡Los bandoleros catalanes podrían haber entonado ese estribillo mientras escapaban por las montañas!
Imagina la escena: un grupo de bandidos con sombreros de ala ancha y las armas bien atadas al cinto coreando: «Aunque digan que soy / un bandolero donde voy…». Solo les faltaba el ritmo reguetonero y las cadenas de oro (en su lugar llevaban pedreñales, espadas y alguna que otra reliquia robada).
Moraleja del día
Los bandoleros catalanes del siglo XVII que aparecen en Por bruja y hechicera y Don Omar tienen algo en común: ambos son símbolos de rebeldía y supervivencia. Si bien las motivaciones y estilos de vida eran distintos, la esencia es la misma. Así que, la próxima vez que escuches «Bandolero», hazle un guiño a los viejos forajidos de Cataluña. Ellos fueron los pioneros de la vida al margen de la ley. Unos bandoleros con una historia con mucho flow.